Para una madre sus hijos siempre serán sus bebés aunque crezcan

Pasan los años y mi madre siempre me dice “mi bebé”…

La conexión de una madre con sus hijos es el nexo más grande que puede existir en la vida y los años no pueden contra esto.

La madre tiene una mirada retrospectiva y siempre evoca:

  • Los 9 meses que tuvo a su hijo en el vientre.
  • Cuando su hijo era un bebé.
  • Los años escolares de su hijo.
  • Sus fiebres, risas, llantos y logros tanto de infancia como de juventud.
  • La dedicación exclusiva que le tuvo a su hijo por años.

A pesar del crecimiento que tenemos y de la experiencia adquirida para nuestras madres siempre seremos “bebés”, y es que luchar contra el amor y la ilusión que nos tienen durante la infancia es imposible.

El amor de una madre es incondicional, protector y jamás podrá dejar a un lado la evolución que tenemos desde el primer llanto —cuando nacemos— hasta nuestros logros después de adultos.

Siempre nos ven como niños por su naturaleza protectora y contra ello no podemos luchar.

¿Por qué siempre un hijo será un bebé para su madre?

Son muchos los motivos que hacen que un hijo sea un “bebé” para su madre, algunos a considerar son:

1. Una madre tiene a su hijo 9 meses en su vientre y desde ese momento lo cela y protege del mundo exterior, hasta el último día de su vida.

2. Hay una conexión superior a la sangre y es la emocional.

3. Por todo lo que han vivido juntos, tanto cosas buenas como aleccionadoras.

4. Por las risas que ha coleccionado durante la vida de su hijo.

5. Por las noches de cuido cuando se enfermaba o se tenía que desvelar para ayudarlo con su trabajo.

6. Por todos los sacrificios que ha hecho para que su hijo sea una persona de bien.

La primera infancia (de 0 a 3 años) es el período más importante para una madre porque en este, comienza una carrera que nunca termina: “la maternidad”.

En fin, el listado de los momentos que atesora una madre de su hijo son infinitos y varía de familia en familia, pero, por el simple hecho de decirles “mamá” ya eso hace que toda una película se active y ella nos vea desde la primera vez que nos tuvo en sus brazos y nos miró con admiración, amor, orgullo y encanto.

La relación de una madre con su hijo es mágica.

¿Por qué un hijo puede considerarse un eterno “bebé” de su madre?

A todos nos encanta que nos atiendan, nos den amor y nos protejan, en consecuencia, qué mejor amor y cuidado que el de una madre.

Muchas veces nos preguntamos por qué nuestras madres nos tratan como bebé, pero, en el momento que dejan de hacerlo nos afligimos, porque una madre siempre:

Nos abraza y nos besa con amor, brindándonos ese sentimiento de seguridad.

Nos aconseja con la experiencia siempre viéndonos como niños.

Nos atiende cuando estamos enfermos o frágiles —si es de darnos una cucharada de sopa en la boca lo hacen.

Es nuestro paño de lágrimas, así como cuando nos limpiaban la flema con un pañito.

Nunca nos juzgan y siempre nos apoyan.

Nos ayudan a construir sueños y a poner de pie nuestras vidas: una madre siempre está para enseñarnos a caminar.

Todo lo anterior, nos convierte en bebés frágiles aun teniendo nuestra propia familia. No olvidemos que nuestras madres son las ingenieras y arquitectas encargadas de construir nuestras vidas.

¿Es bueno que una madre trate como un bebé a su hijo aun cuando crece?

La función de la maternidad y la paternidad va más allá de dar vida, cuidar y dar amor, radica en:

Formar ciudadanos con una base axiológica estable, capaces de contribuir con el desarrollo de la sociedad.

Hombres y mujeres que puedan autorrealizarse.

Personas que puedan formar una familia sólida, amorosa, segura, respetuosa y con los demás valores.

Por consiguiente, el tratamiento que se le den a los hijos en el hogar: ¡No importa! Hay que enseñarles a los hijos que tienen funciones, obligaciones y roles que cumplir a medida que pasan los años, pero que el amor de una madre con su hijo es inmenso y siempre lo verá como “un bebé”, ya que seguro es el tesoro más preciado que tiene.

Amigo…

No te apenes si tu mami te llama o te trata como un bebé.

¡Disfrútala!